La caballa, cuyo nombre científico es Scomber scombrus, es un pescado azul cuyo consumo beneficia de forma muy positiva a nuestro organismo, especialmente al sistema cardiovascular. Al igual que sucede con el salmón o la trucha, su carne tiene un alto valor nutritivo en relación a su aporte calórico (cada 100 g de caballa aportan tan solo 139 calorías) frente a la gran cantidad de otros nutrientes esenciales que nos regala.
La caballa es un pescado rico en grasas saludables Omega 3, cuyos beneficios para la salud son bien conocidos para la protección de las arterias y el corazón, ayudando a reducir los niveles de colesterol malo. Sus proteínas de alto valor nutricional tienen efectos positivos en nuestros sistemas óseos, inmunológico y también en la regeneración de los tejidos de nuestro organismo.
Vitaminas y minerales en abundancia.
La caballa aporta una enorme cantidad de vitaminas esenciales: A, B (B1, B2, B3, B5, B6, B9, B12), C, D, E y K. En lo referente a minerales no se queda corta, ya que contiene calcio, fósforo, magnesio, potasio, selenio, sodio, yodo y zinc. Estamos hablando de sustancias fundamentales para el óptimo funcionamiento de los principales procesos fisiológicos de nuestro organismo, por lo que la caballa es, sin lugar a dudas, un alimento saludable lo mires por donde lo mires.
Por su carne blanca y jugosa, la caballa ofrece enormes posibilidades en la cocina, y puede usarse en gran cantidad de platos, tanto guisos como horneado. Pero es ahumada donde la caballa cobra una nueva dimensión, permitiendo consumirla sin preparaciones complejas y disfrutar de carne deliciosa y suave con una personalidad inconfundible.